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El origen de la Feria del Libro de Aguascalientes en el contexto nacional/ En la paz de estos desiertos

Nov 24, 2020

Esta semana estamos Celebrando la 52 Feria del Libro en Aguascalientes que a lo largo de siete días y con más de ochenta actividades se adapta a las posibilidades que la realidad actual permiten, por lo que se realiza de manera virtual a través de los medios de difusión electrónicos y digitales de la Institución que la alberga desde hace cincuenta y dos años.

El hecho de contar los números y las ediciones más que mera numeralia o crónica, me invita a pensar la Feria del Libro local en el ámbito de lo nacional, en su origen y contexto, o sea, en su historia.

En el ámbito local y cotidiano, solemos decir que la Feria del Libro de Aguascalientes es de las más antiguas del país, incluso nos atrevemos a decir que es la más antigua en los estados de la República y de alguna manera es verdad, pero sólo desde una perspectiva, es por ello que con motivo de la celebración de la misma escribo este texto.

Las Ferias del Libro en México tienen su origen en el Vasconcelismo y la formación de la Secretaría de Educación Pública en 1921, tiempo en el que se establecieron las políticas educativas y culturales del nuevo Estado mexicano posrevolucionario y con ellas la necesidad y difusión del libro como herramienta fundamental para la alfabetización a lo largo y ancho del país.

Así llegaron las Bibliotecas Públicas, para cumplir con el mismo cometido, al igual que las editoriales, ambas se multiplicaron de la mano de una política de estado que amparaba su proliferación para cumplir sus objetivos. Se sumaron la producción literaria y las artes plásticas al desarrollo de una “nueva” cultura editorial. Para cerrar el círculo, los libreros también se propagaron en la capital de la República y el resto del país, se vivía una nueva dinámica en torno al libro en la que participaron editoriales, autores, artistas plásticos, libreros, bibliotecarios y por supuesto, al cobijo de un estado rector que lo promovía e impulsaba.

En este contexto y gracias al surgimiento del libro gratuito –como bien lo identifica la investigadora Freja Cervantes–, se incentivó el surgimiento de la Feria Nacional del Libro en 1924 en la Ciudad de México, siempre apoyada por los órganos de estado posrevolucionarios como la Secretaría de Educación Pública y el Departamento del Distrito Federal, con el apoyo del Departamento de Bibliotecas de la SEP.

Es entonces que el proyecto alfabetizador vasconcelista reactivó de manera evidente la producción, distribución y promoción del libro desde la capital de la República hacia el resto del país.

Y es justo este interés por llevarlo a todo el país lo que motivó que un año después se intentara establecer una Feria del Libro en Guadalajara con los auspicios de la Universidad, que no fue concretada sino muchos años después.

No fue sino hasta la década de los cuarenta que más ferias del libro se fueron sumando a la Feria Nacional, así surgió la Feria del Libro Universitario que se reprodujo en algunos otros estados de la República y es justamente gracias a la difusión de las Ferias Universitarias que las ferias del libro salieron de la Capital de la República en la década de los cincuenta. De esta manera, las ferias del libro llegaron gracias a las instituciones educativas y culturales de los estados con el objetivo de promover la descentralización de los bienes y servicios culturales.


La Feria del Libro de Aguascalientes se estableció de la mano de Víctor Sandoval en 1968, año en que el Instituto Aguascalentense de Bellas Artes se transformó en Casa de la Cultura en el recinto que hoy ocupa. Como sabemos, el objetivo de Sandoval era la descentralización de los bienes y servicios culturales a través de la educación y espacios de la memoria como museos y bibliotecas, a lo que se sumó sin duda la Feria del Libro de Aguascalientes cuya primera emisión fue el mismo año de fundación de la Casa de la Cultura.

Pero si pensamos el contexto nacional, Aguascalientes no fue de las primeras Ferias del Libro en México, tampoco la primera de provincia, de hecho, fue muchos años después de las primeras, como es el caso de la de Guanajuato, que se presume fue en 1958. Esto tiene una explicación.

Como hemos visto las primeras ferias del libro fuera de la capital del país sucedieron gracias y a través de las Universidades de los estados de la República, incluso vemos como la Universidad de Guadalajara intentó desde los años veinte establecer una feria del libro sin éxito. Esto es, las ferias del libro fueron promovidas por universidades ya establecidas y con una tradición en su localidad; por el contrario en Aguascalientes donde la Universidad no se funda como tal sino hasta 1973, pese a tener sus antecedentes en el Instituto Autónomo de Ciencias desde 1960.

Por otro lado, la descentralización de los servicios culturales empezaba a suceder en México desde los años cincuenta pero a través de las universidades, es por ello que no podemos pensar en Aguascalientes como un pionero en el sentido de las Ferias del Libro de provincia.

Lo que sí fue novedoso de Aguascalientes fue la visión de Sandoval, quien concretizó en el contexto local una búsqueda añeja de varios grupos interesados por la descentralización de los bienes y servicios culturales, el establecimiento de un Centro de Cultura que promoviera y difundiera la educación artística y los espacios de disfrute cultural, como los museos, al amparo del estado y el gobierno local.

La falta de una universidad que concentrara la producción y difusión editorial de la lectura y los libros permitió que la Casa de la Cultura centralizara esta labor, es así que en el mismo 1968 se fundara la Casa de la Cultura y la Feria del Libro de Aguascalientes, que a la par absorbería la Biblioteca Municipal Enrique Fernández Ledezma, fundada de 1953 por Francisco Antúnez y a partir de ella el creciente sistema de Bibliotecas Públicas del Estado.

Detrás de la producción, circulación y promoción del libro en Aguascalientes hay una rica tradición impresora heredada del siglo XIX y una serie de personajes que no debemos olvidar como Antonio Acevedo Escobedo, Francisco Díaz de León, Salvador Gallardo Dávalos, Francisco Antúnez Madrigal, Antonio Leal y Romero y Víctor Sandoval, que le dieron a la cultura editorial y al mundo de la lectura en Aguascalientes, un impulso singular a través de Bibliotecas, una Feria del Libro y editoriales modernas. Disfrutemos, pues, de esta tradición de más de cincuenta años.

FUENTE: La Jornada de Aguascalientes

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