Un estudio internacional revela que niñas y adolescentes son más vulnerables a sufrir violencia digital. En México Chidas en Línea busca recopilar datos y visibilizar este sector
A inicios de 2020 se encuestó a 60 adolescentes de una secundaria en Aguascalientes, México, para determinar cómo vivían la violencia digital. Las jóvenes dijeron que preferían ocultar que eran víctimas de esta violencia; además, sus fotos íntimas estaban siendo difundidas sin su consentimiento y, a la vez, estaban siendo acosadas e intentaban entrar a sus cuentas de internet.
Las encuestas formaron parte de una prueba piloto de la iniciativa de Chidas en Línea, un proyecto de tres activistas feministas que trabajan en temas de tecnología.
Este proyecto busca darle visibilidad a la violencia digital que sufren las niñas y adolescentes en el país (entre 12 y 17 años). Además de recopilar datos, Chidas en Línea busca generar un diagnóstico y estrategias de prevención, pues a pesar de la vulnerabilidad en que estas mujeres se encuentran, no hay ni siquiera datos estadísticos al respecto.
Este fenómeno es global. De acuerdo con el estudio: “¿Libres para estar en línea? La experiencia de niñas y mujeres jóvenes con el acoso en línea”, de la organización Plan International, este sector demográfico es el más hostigado en línea, porque se le percibe como más vulnerable y se piensa que tiene menos confianza y conocimientos.
En las más de 14 mil encuestas realizadas en 31 países del mundo (México no incluído) por Plan Internacional, más de la mitad de las niñas participantes habían sufrido acoso y violencia en línea. Además, el 47 por ciento de las niñas y adolescentes que sufrieron esta violencia, también fueron amenazadas con violencia física y sexual.
El estigma que lleva al silencio
Si bien México no formó parte del estudio realizado por Plan International y tampoco hay aún un análisis nacional detallado en la materia, se pueden encontrar ciertas similitudes con los datos encontrados por el Inegi en el Módulo sobre el Ciberacoso (Mociba).
Este señala que el 32.7 por ciento de las mujeres víctimas de acoso en internet durante 2019 pertenecen al grupo de edad de 12 a 19 años; fue el segundo grupo de edad con mayor porcentaje de agresiones, sólo por detrás de las mujeres de 20 a 29 años (36.4 por ciento).
También puedes leer: La estrategia en ciberseguridad del país está desdibujada, ausente: Social Tic
Otra fuente importante de datos en México son las organizaciones civiles, como es el caso de Chidas en Línea, quienes han detectado patrones de agresiones y de vulnerabilidad que afectan específicamente a niñas y adolescentes.
Angie Contreras, integrante de Chidas en Línea, enfatiza que, a partir de su labor, han identificado que uno de los obstáculos para que quien es menor de edad y sufre de violencia digital consiga ayuda, es tener que acudir a los padres o tutores para poder interponer una denuncia a las autoridades; por lo que la mayoría prefiere no decir lo que está pasando.
“En la práctica, lo que nos hemos encontrado [en los acompañamientos que realizamos] es que la mayoría de las personas que recibimos [son adolescentes y] no quieren interponer una denuncia por todo el estigma que hay, [nos] comentan: no sé cómo explicarles el tema [a sus padres]; me van a castigar el teléfono; van a decir que eso me pasa por estar tanto tiempo en Facebook”, añade la activista.
De igual forma, señala que hubo un incremento de peticiones de acompañamiento durante la pandemia por el SARS-CoV-2, aproximadamente del doble a lo que tenían normalmente:
“Las niñas están más expuestas a internet, pero eso implica que no sólo se exponen a aprendizajes a escuela en línea, a la gran cantidad de webinars que se hacen; se están exponiendo a personas que hacen un uso incorrecto de la tecnología y buscan agredirlas; pero no se sabe con quién acudir o qué hacer en cada caso”.
Una iniciativa para llenar el vacío de datos y generar estrategias de prevención
Chidas en Línea es un proyecto que surgió a principios de este año, cuando Angie y su compañera Candy Rodríguez empezaron a idear una iniciativa para atender la problemática de niñas y adolescentes que son víctimas de violencia digital:
“Empezamos a ver que no había estadísticas con adolescentes de esas edades, lo único que teníamos en México era la Mociba, que aunque menciona en los resultados a personas [afectadas por esta violencia] desde los 12 años, no teníamos específicamente el dato de qué pasaba con este sector en específico”.
Tras ver esta falta de datos, pensaron en hacer una encuesta junto con Mariana Ramos, otra activista feminista de Zacatecas. Originalmente idearon el proyecto para aplicar encuestas de forma presencial a niñas y adolescentes de 12 a 17 años, pero sólo alcanzaron a aplicar 60 encuestas en una escuela secundaria en Aguascalientes antes de la pandemia.
Fue al revisar esos resultados que se dieron cuenta que las adolescentes estaban sufriendo varios tipos de violencia digital y que, muchas de ellas, no lo contaban por miedo.
El seguimiento para dar voz a las niñas y adolescentes
Así pues, decidieron continuar con el proyecto de forma virtual. Con la idea de generar una herramienta para conocer la situación de violencia digital que sufren niñas y adolescentes en el país, lograron conseguir el financiamiento de la asociación Derechos Digitales para realizar su investigación.
“Esta primera etapa, en la que estamos, [consiste en] pedirle a las chicas que respondan la encuesta en línea que, más allá de los datos estadísticos, busca que ellas nos digan qué tipo de violencia viven, qué pasa después [de sufrir algún ataque], con quién se acercan; pero también, qué otro tipo de violencias pasan después”, explica Angie.
En la segunda etapa del proyecto se realizarán entrevistas a profundidad con casos específicos para conocer qué pasó en cada caso y lo que ocurrió después del ataque y, así, elaborar un informe.
Toda esta información estará en un sitio web para consultar los resultados y, sobre todo, compartirlos con las personas que toman decisiones en los ámbitos donde se da y propicia la violencia digital: maestros, padres de familia y autoridades, añade la activista.
“Creemos que hay que compartir las investigaciones y la información, porque a partir de ahí se construyen [estrategias de prevención y atención]. [Es necesario] invitar a las chicas y a las personas que tengan conocidas, familiares o que trabajen con chicas de estas edades, a que se sumen a esta encuesta, porque es importante visibilizar la violencia digital [que sufren] las adolescentes”.
Te sugerimos: Organizaciones feministas, el principal frente de lucha contra la violencia digital (III)
Para identificar el tipo de violencia que se vive, las chicas de Chidas en Línea se basaron en la tipología de violencia digital que realizaron las compañeras de la organización Luchadoras. El formato de la encuesta consiste en 14 preguntas fáciles de contestar y que no piden información personal a las chicas que la contestan (sólo edad, estado de residencia y si estudia en escuela pública o privada).
Asimismo, Angie enfatizó la importancia de dar voz a las adolescentes y niñas: “Sobre todo hay que escucharlas y esta es una forma, preguntándoles qué está pasando, cómo están viviendo esa violencia y, si no las escuchamos, lo que sigamos proponiendo y haciendo de política pública y de programas no va a servir”.
El miedo a hablar alrededor del mundo
“Según mi configuración, solo mis amistades pueden ver mis fotografías, pero recibí un mensaje anónimo de alguien que decía que, si no le entregaba mi trasero, iba a publicar fotos mías. Este hombre –que hasta el día de hoy no sé quién es– me envió fotografías de mí misma que nadie más tenía, de lugares en los que había estado (…) Tengo miedo; siento miedo cada vez que voy a publicar algo. Creo que todas las niñas sentimos ese miedo”.
Este es el testimonio de una adolescente de 17 años de Ecuador; uno de los muchos relatos que son dados a conocer en el estudio de Plan International, donde hablan niñas y adolescentes de 15 a 25 años de cinco continentes: América del Norte, América del Sur, Europa, Asia, África y Oceanía.
Un foco rojo identificado en este trabajo es que una de cada cuatro niñas abusadas en línea se siente en peligro físico como resultado de la experiencia, lo que acalla su voz y su libertad de expresión.
Ya que, mientras los agresores que amenazan con violarlas y someterlas a violencia física, emplean lenguaje abusivo y sexista, publican fotos manipuladas de ellas y envían imágenes pornográficas, pueden mantenerse libres y en el anonimato; las niñas, bajo amenaza, se ven forzadas a intentar protegerse a sí mismas dejando de usar las redes sociales y sitios web, limitando sus publicaciones.
Asimismo, los resultados arrojaron que los ataques son más graves si ellas expresan sus opiniones políticas, o si tienen alguna discapacidad; si pertenecen a una minoría étnica o son parte de la comunidad LGBTTTI.
En América Latina se ha detectado que las mujeres y niñas hacen un uso alto de redes sociales (74 por ciento); y con mayor frecuencia las niñas y adolescentes prefieren usar plataformas como Instagram, Snapchat y Tik Tok que, al ser plataformas abiertas de interacción, las ponen en más riesgo de sufrir acoso por perpetradores desconocidos.
El mismo estudio revela que, a menor edad, existe mayor probabilidad de ser violentada en línea. El primer episodio de acoso en línea de las participantes se dio, en su mayoría, a los 14 años, en segundo a los 15 y en tercer lugar a los 16.
“Para muchas [víctimas], el acoso en línea –que las sigue a sus hogares y les invade el corazón y la mente– causa tanto temor físico y emocional como el acoso en la calle. Ambos se entrelazan y son el resultado de la misoginia subyacente determinada a mantener a las niñas y las mujeres [‘en su lugar’]”, señala una de las conclusiones del estudio.
FUENTE: Lado B